lunes, 14 de abril de 2025

Reseña de "Los blandos abismos de la carne" por José Luis Morante

Puentes de papel

José Luis Morante


jueves, 14 de septiembre de 2023

EDWIN FI. 

LOS BLANDOS ABISMOS DE LA CARNE


Los blandos abismos de la carne

Edwin Fi

Prólogo de Lynette Mabel Pérez Villanueva

III Premio Internacional de Poesía joven José Antonio Santano

Colección Caíope

Ayuntamiento de Baena, Concejalía de Cultura

Baena, Córdoba, 2023


DEGUSTACIÓN


   En el fluir del tiempo la buena poesía suprime fronteras y anula distancias con su fuerza expresiva. Se concibe como propuesta dialogal que comparte, con mimo y delicadeza, la expandida llanura de los parámetros estéticos. Desde hace años llegan con gratísima regularidad al espacio lírico peninsular los itinerarios de la poesía de Puerto Rico gracias, sobre todo, al encomiable quehacer editorial de Carlos Roberto Gómez Beras, impulsor del catálogo de Isla Negra, y a las páginas de la revista Cuatrivium, publicación universitaria que deja en cada número los rescoldos de un atractivo aporte de creadores y novedades editoriales. A ellos se suma, con voluntad renacida, el Premio Internacional de Poesía Joven José Antonio Santano, concedido en su tercera convocatoria al escritor Edwin Fi (Puerto Rico, 1990).

  El quehacer poético de Edwin E. Figueroa Acebedo, escritor, ilustrador, artesano y docente en ejercicio en el Departamento de Educación de Puerto Rico, abarca los poemarios Levitaciones (2014), Por la senda de la silenciosa grey (2016), y La noche extendida (2018). Su discurso lírico prosigue ruta con Los blandos abismos de la carne, título que resalta una propuesta indagatoria sobre el cuerpo, cuyas fugaces vivencias son al mismo tiempo estación de llegada y acantilado.

   Lynette Mabel Pérez Villanueva firma la introducción “Degustar apenas o los abismos de la carne”, un texto de acercamiento a las formas breves y al tema del deseo como estrato esencial del libro. El muro alzado del poema se vuelve un espacio de vivencia y plenitud. También las citas dejan la puerta franca a la conciencia que va acumulando percepciones y sensaciones del yo en un continuo aprendizaje vital. Desde el inicio de Los blandos abismos de la carne el poema breve se convierte en ámbito expresivo habitual. El tono de lo conciso impone limpieza, precisión y resolución argumental inmediata. El yo poético hace suyos la voz de la carencia y el vacío.  El hablante lírico es testigo clarificador de estados anímicos: “Quiero amarrarme / a la complicidad de los cuerpos / y a sus derrumbes”. Conviene clarificar de inmediato que la estrofa triversal que emplea en ocasiones Edwin Fi en modo alguno es un haiku ni participa de las claves esenciales de la estrofa japonesa, por lo que no mantiene el esquema versal 5 / 7 / 5, ni vela el discurso confidencial del sujeto frente al primer plano de la naturaleza ni capta el instante como un destello que sucede aquí y ahora. Tampoco otros poemas recorren esa intersección entre poesía y pensamiento del aforismo. Edwin Fi sólo comparte con ambos géneros el reducido marco de la brevedad. El sentido paradójico de muchas composiciones nos acerca más a una lírica indagatoria y reflexiva, que sondea en la conjetura con bellísimas imágenes que convierten al cuerpo en árbol y abismo, en laberinto de sombras y caudaloso río irreductible.

  Las grafías del deseo se interiorizan, nunca dan tregua y componen una sensibilidad sacudida por un fuerte  erotismo. Así lo percibe el lector en composiciones como “Rocío y alborada”, “Reptil sigiloso” y “Blandos abismos”: “Y mis dedos / como raíces recién brotadas / comienzan el rito / de la invocación / de tus blandos abismos de la carne”.

  El soplo de las palabras adquiere un carácter celebratorio. Recrea un escenario de recuerdos que expande un tacto cálido de amanecida, cuajado de contrastes. Debajo del epitelio de los sentimientos todo es búsqueda, un inevitable sondeo que quiere revelar los enigmas del cuerpo en ese nomadismo sucesivo del devenir existencial. Esa lumbre que nunca se consuma en la voluntad alcanza excelente expresión verbal en el poema “Cartógrafo”: "Juego al cartógrafo, / bosquejo tus perímetros / bajo las sábanas de papiro. / Tu piel de nácar / parece un mapa antiguo / con tantos lunares dispersos “. En el incansable trasiego estacional, el amor reconstruye, cambia la identidad, resetea la ontología del ser y reconfigura su carne. El mismo amor también muda de piel, tras la plenitud fértil que arrebata los cuerpos se sosiega y entra en un estado de quietud y orfandad que diluye lo vivido en invisibles partículas de polvo.

  Una seña característica de la colección Calíope es cerrar el libro con la coda “Adenda”, donde un poema del autor se vuelca al catalán, gallego, euskera, inglés, francés, portugués, italiano, alemán, árabe y rumano. El texto elegido es “Este sabor amargo a eternidad”, una composición cuajada de metáforas que arranca desde una cita de Jocelyn Pimentel Rodríguez.  

  En Los blandos abismos de la carne Edwin Fi encuentra en el deseo un horizonte hacia el que caminar con cuerpo y alma. La pasión zarandea los versos. Transforma la aridez de lo diario en un hábitat de plenitud. El amor, el deseo, la pasión y la dolorosa calma del desamor se recluyen en las palabras con vocación claustral. El yo poético se empeña en ese acceso imposible a la plenitud amorosa y al retorno a la propia identidad. Amar es remontar, buscar el hilo leve del origen para quedar al margen de los días. Para vivir, ensimismado y pleno, en abrazo fraterno con la carne.

 

JOSÉ LUIS MORANTE

Reseña de "Los blandos abismos de la carne" por Albert Toré

 


"Los blandos abismos de la carne", de Edwin Fi

III Premio Internacional de Poesía Joven José Antonio Santano, Colección Calíope, Ayuntamiento de Baena, 2023
A poco que uno se detenga en el ávido y complejo mundo de las publicaciones, advertirá una irritante tendencia por uniformar, clonar y conservar unos moldes puramente comerciales y supuestamente rentables. Es evidente que, si por la cara de la moneda aparece la previsibilidad, en la cruz lo hará un déjà vu, o sencillamente, el aburrimiento. Podría decirse que nos situamos en las antípodas de lo esencial en la actividad creativa.




Los blandos abismos de la carne
Domingo 08 de octubre de 2023

Por esta razón, el lector debe agradecer iniciativas como el Premio Internacional de Poesía Joven “José Antonio Santano”, ya en su tercera edición. Conlleva no sólo una magnífica edición en la editorial Alhulia, Colección Calíope, sino también un anexo de un poema traducido a varios idiomas. La primera edición del premio recayó en Mitología del agua de Isabel Hernández, la segunda en un magnífico poemario de Andrés ParísDesde el azul del mundoy el poemario que nos ocupa hoy del polivalente artista puertorriqueño, Edwin Fi, docente, ilustrador, artesano, narrador, poeta. Con mucho acierto, el crítico José Luis Morante señala “el sentido paradójico de muchas composiciones [que] nos acerca más a una lírica indagatoria y reflexiva, que sondea en la conjetura con bellísimas imágenes que convierte al cuerpo en árbol y abismo, en laberinto de sombras y caudaloso río irreductible”. A su vez, Lynette Mabel Pérez Villanueva, también docente, investigadora, crítica, poeta, afirma en el prólogo al poemario que es “un texto de acercamiento a las formas breves y al tema del deseo como estrato esencial del libro”.

En efecto, la disposición formal especialmente concentrada en esa intensa poesía breve nos haría bucear por las estructuras japonesas más populares como el haiku, senryu, tanka o renga, tratando de dilucidar la economía del lenguaje, las pausas rítmicas y gramaticales para relacionar imágenes contrastantes, los tiempos verbales, fundamentalmente el “aquí y ahora”, la contemplación de la naturaleza humana, la musicalidad, los diálogos líricos, las canciones a dos voces propias del renga, y, siendo cierto, que el heptasílabo y el pentasílabo tienen cierta presencia, nada permite emparentar la poesía de Edwin Fi con los recursos poemáticos japoneses, ni siquiera con esa idea del poema breve, ingenioso y satírico que representa el epigrama. Ciertamente, tampoco hay un deseo moralizante, pero también apreciamos poemas de estrofas más largas, un versolibrismo en ocasiones respondido con un soneto en otras. Lo que sí plantea el poeta es la necesidad de escribir encima, una sobreescritura que se nutre de distintas fuentes, incluso distintas disciplinas. En gran medida, la poesía de Edwin Fi participa de un eclecticismo inteligente que aúna distintos recursos poéticos, que experimenta con otras métricas afines a lo tradicional, que comporta elementos eróticos, irónicos, reflexivos. Entiendo que participa de la brevedad en lo que supone un estado poético puro. El propio poeta nos aporta un término esencial, la construcción del origami, más complejo que la papiroflexia en la medida en que no hay tijeras ni pegamentos. A partir de un folio en blanco, no sólo obtiene figuras sino una fértil inquietud creativa que destaca en una construcción objetual tan evocadoramente intimista que cohesiona un fecundo juego de contrastes y contrarios. Un bellísimo poema como “Aviario” que desde el título nos apunta a un anhelo de libertad que traspase la imagen del cuerpo-jaula, al interrogar como antesala del conocimiento: “Ha venido el rumor de la luna/que desde q ue me fui/construyes origami de pájaros/y los cuelgas en el balcón/con mi nombre./No sé con qué pretexto./¿Para qué lo haces?/¿Para que vuelen con la memoria del viento?/¿O es una extensión/a la costumbre de mis alas?”. Paralelamente se recrea otra situación, donde el término okupa se reviste de connotaciones ilusionantes. Ciertamente, no he podido evitar el recuerdo de aquella magnífica canción del genial Raimundo Amador, “Un okupa dentro de tu corazón”. El poema de Edwin Fi se titula “Yermo”: Tú, ente nómada,/una okupa sin riendas,/te apoderaste de mi templo,/deshabitado como un páramo;/y en los predios baldíos/cultivaste las semillas de la lumbre./La carne se me pobló de girasoles”.

Una tentativa por lograr sumergirse en el seno de la palabra que se presenta en gran medida como mediadora entre la conciencia y la realidad, pero, sobre todo, como instrumento capaz de hacer posible el encuentro entre ambos, el encuentro entre opuestos y antítesis, un genuino espacio de vivencias y plenitud. Y, en ese itinerario de deconstrucción y fragmentación para apreciar en su absoluto esplendor el todo, inserta una serie de citas que expresan no sólo sus raíces en cierta manera, sino también el elemento aglutinador que logra fusionar la cita en su texto. Bécquer, García Márquez, Villaespesa, Laura Esquivel, Arturo Dávila, Jarhat Pacheco, Jocelyn Pimentel, Carlos Gómez Beras, Alberto Martínez Márque, Manuel Álvarez Calle, Rogelio Guedea, salvaguardando sus singulares identidades perfilan un verso preciso, sensual y sustantivo. El poema “Fragmentación” encabezado por una cita de Bécquer -un tajante Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal- ilustra con toda nitidez la poética del poeta de Puerto Rico, para apresar la contradicción que, tal vez, sea la referencia más universal de nuestra existencia. La disposición tipográfica para enfatizar la deconstrucción y un proceder fonético y fonológico de la propia reconstrucción. La paradoja de la memoria adquiere tintes de goce, donde el elemento cotidiano y los abismos corpóreos y existenciales se van transformando en pasiones diversas; la poesía, el erotismo, el amor o el desamor, punta de lanza más habitual del amor.




Reseña de "Los blandos abismos de la carne" por José Luis Morante

Puentes de papel José Luis Morante jueves, 14 de septiembre de 2023 EDWIN FI.  LOS BLANDOS ABISMOS DE LA CARNE Los blandos abismos de la car...